Me gustan las sonrisas con hoyuelos y los libros, sobre todos los libros gordos, de los que no se dejan terminar en un asalto. Fue así como aprendí a escribir, leyendo, supongo que como aprende todo el mundo, pero no todo el mundo escribe como yo. Porque como la huella dactilar, la forma de la nariz y los gustos por la comida, la escritura es algo muy personal e irrepetible. Te ofrezco palabras bonitas, mensajes claros, ideas originales buscadas con minucia, con mimo, como buscan los buscadores de oro en el río. También puedo desarrollar tareas de mecanografía pues soy rápida como una flecha, me enseñó Estrellita, con un cajón de madera sobre una vieja Olivetti que heredé. No te cuento más, pruébame.